
Mientras escuchabas a Alice in Chains en tu reproductor portatil sentias que podias hacerlo todo, eso incluia suicidio, homicidio y genocidio... te sentiste un poco podrido por dentro entonces, admitelo... ya estabas llegando a casa.
"Llegar a casa" significaba que entrabas de nuevo a tu viejo y comodo ataud de 4 paredes, donde las noches eran un deleite porque nadie podia ver tu rostro mientras por tu mente pasaban pensamientos libidinosos sobre los rostros y cuerpos que habias visto durante el día; los repasabas, tratabas de retenerlos para luego poder soñarlos.
Entre tus sueños a veces se cruzaba lo de atravesar los barrotes de tu ventana cual fantasma, pero no para caer, no querias suicidarte... al menos aún no, sino para caminar por el aire, y espiar por su ventana.
Esa ventana venia a menudo al final de una aguja en tu vena, mientras recordabas las palabras de tu idolo de la adolescencia, Kurt Cobain: "es mejor quemarse que desaparecer". La aguja al final no existia. Idiota, te la inventabas para sonar más importante... verte más importante...
Lo que importaba antes era lo que pensaban los demas, y ahora, en el presente, pues sigue importando lo mismo: ellos, no tu, ellos. Quieres ser rebelde pero solo eres una triste revelación del momento, un comercial, un rumor mal comentado que no hace gracia ni sorpresa.
Te sorprenderia ver lo que aguarda al final de la espiral descendente; no son tus amigos y familiares muertos esperandote con pancartas y vitoreandote, no es el mundo de Oz ni una torre oscura. Cuando tambaleas por la espiral no se puede fingir el dolor solo se puede esperar que termine lo más rapido posible.